Embajador argentino:
"El cambio de mando en Chile me impresiona como una de las imágenes
republicanas más fuertes que he visto en mi vida"
Ginés González habla de lo que viene en las relaciones entre
ambos países, de lo que ya acordaron Michelle y Cristina. Ahora le toca a la
integración eléctrica. Revela sus viernes sociales con amigos chilenos, sus
miércoles tangueros y su conocimiento profundo del vino chileno.
Por Lilian Olivares
"Hay una canción que a mí me gusta mucho, que dice: Con
un poco de vino, toda mujer tiene más claro su destino". Lo cuenta el
embajador argentino, vestido de mañana de sábado en día jueves, en su oficina
de la sede diplomática de la calle Miraflores, en pleno centro.
Lo hace mientras estira sus brazos para dejarlos caer detrás
de su cabeza, y entonces sorprende al fotógrafo y lo increpa:
—¡Ché, no me saqués foto!
Y mirándonos, acota: "Voy a ir al baño y éste me
sigue".
Lanza una carcajada.
Imposible aburrirse con el doctor Ginés González.
Durante el gobierno de Néstor Kirchner fue su ministro de
Salud. Acababa de ser electa la mujer de Kirchner, Cristina Fernández, y ambos
le propusieron convertirse en embajador. Era el año 2007. El médico les dijo
que no le atraía la idea, que él no sabía de diplomacia Pero le refutaron que
esto no era sólo diplomacia; que era política. "Tiene que ser alguien que
pueda conversar con cualquier ministro de igual a igual, y que Chile sienta que
mandamos un hombre importante para nosotros". Lo convencieron.
—Yo no sé si eso fuera totalmente cierto, pero así me lo
dijeron. Y cuando vine a Chile la verdad es que me sentí muy bien. Hice muchos
amigos rápidamente. Me divierto mucho. Por ejemplo, tengo un grupo que almorzamos
todos los viernes juntos.
—¿Quiénes lo integran?
—¿Quiere saber algunos nombres'? Son todos con prontuario.
Y asoma su risotada.
—Si quiere, le digo algunos: el arquitecto Mardones,
Cristián Villar, el "Tronco" Torrealba, Juan Eduardo Errázuriz, y
gente que tiene empresas en Argentina, como Jaime Paredes, el dueño de
Metalpar, y bueno... Pero somos amigos, ahí no se habla nada que no sea fútbol
y cuestiones de la vida.
Los miércoles, el embajador divorciado va a bailar tango.
—¿Con quién?
—No, bueno, las tanguerías son muy grandes, hay muchos ahí.
Ah, ¿usted pregunta si tengo bailarina estable? No. A veces bailo con una amiga
chilena, pero ella es bailarina profesional; se llama Casandra Dei.
Estuvo en el cambio de mando de Bachelet a Piñera, y esta
semana volvió al Congreso a presenciar la partida de Piñera y el retomo de
Bachelet.
—Mire, a mí el cambio de mando en Chile me impresiona como
una de las imágenes republicanas más fuertes que he visto en mi vida. La
presencia de todos los protagonistas, desde los cuerpos legislativos hasta los
presidentes. La solemnidad, pero no rígida, que tiene la ceremonia, la
despedida que le hacen al Presidente saliente con la bienvenida al Presidente
entrante. Todo eso me parece extraordinariamente importante, pero sobre todo
refleja mucho lo que es la idea central de la República. Y, además, todo hecho
en un periodo breve, no dilatando demasiado, pero siempre manteniendo una
contundencia de imágenes que a mí realmente me emociona. A mi modo de ver, es
una forma ejemplificadora para toda América la forma en que en Chile se
producen los cambios de mando. A mí me conmueve.
—Una situación derivada del cambio de mando fue la discusión
del tema de Venezuela en la reunión de Unasur. ¿Cómo interpretó usted la
resolución que se tomó ahí: como un claro apoyo a Nicolás Maduro, o qué?
—No, yo creo que es un apoyo a la institucionalidad
democrática. Unasur Tiene precedentes de acción muy concretos, como cuando fue
el conflicto Venezuela-Colombia, de las FARC; después, en el conflicto de
Ecuador, en el de Paraguay... es decir, la labor de la Una-sur nunca es meterse
en problemas internos, sino defender las instituciones y por supuesto el
diálogo; la paz.
—Cristina Fernández le tiene mucho aprecio a Maduro y lo
respalda fuertemente. ¿Usted cree que ahora como embajador le va a costar menos
representar en Chile esa postura de la Presidenta?
—Más allá de las relaciones personales que los presidentes
pueden hacer, creo que en este caso lo que defendemos es una América Latina que
por primera vez tiene democracia en toda la región, después de tantos horrores
y atrocidades de las dictaduras militares, donde además coincide con un ciclo
de bienestar económico, bienestar social, mejoras. Y si se le suma que por
primera vez trabaja en un bloque político como es el Unasur, que nunca había
tenido, creo que se valida con este tipo de acciones.
—Hay analistas que señalan que Argentina va camino a sufrir
una situación similar a Venezuela, ¿qué les diría?
—Que vayan a la Argentina. La verdad que si uno lee algunos
diarios parece que en realidad nosotros estuviéramos en un lugar distinto al
que estamos. Yo creo que lamentablemente el periodismo también hace terrorismo,
en el sentido de que mucha publicación tiene poco que ver. Creo que la mejor
respuesta la dan los chilenos, que van contentísimos a Argentina y la pasan re
bien.
—La pasan mejor los chilenos que van a paseara Argentina,
que los argentinos que viven allá.
—¿Le parece a usted? Ah, bueno, Buenos Aires siempre fue una
ciudad nostálgica. Si usted pasa en un taxi, como en todo el mundo, los
taxistas se quejan. A mí me hace gracia, porque fíjese que más de un millón de
chilenos por año que va a Buenos Aires vuelve y comenta cómo la pasa bien
uno...
—"Qué bien se come en Argentina, ¿no?" Eso es lo
que comenta la gente.
—¡Y acá también! Mire cómo estoy yo.
Y muestra sonriendo su estómago.
—¿Y qué le parece el vino chileno? Se lo pregunto porque
usted tiene una viña en San Juan.
—Me encanta el vino chileno. Tomo muchísimo vino chileno,
quizás un poquito de más, pero no siempre. Me gusta mucho el sauvignon blanc de
Chile, generalmente más rico que el de Argentina. Los carmenere, por supuesto
les hago todos los honores, y bueno, hay varios blend que me gustan mucho. Así
que en realidad creo que estoy, felizmente, en un país donde el acceso al vino
es muy bueno. Y tengo vía libre.
Explota su carcajada. Y entonces recuerda esa canción
italiana que habla del vino, y nosotros le recordamos las diferencias que hubo
entre Bachelet y Kirchner en el anterior gobierno de la Presidenta chilena.
—¿Usted cree que ya superaron las asperezas que se
produjeron cuando Cristina no ayudó con el tema del gas a Chile, y, al revés,
cuando supuestamente Bachelet hizo un comentario respecto de la estabilidad de
la Presidenta Kirchner, según los wikileaks?
—No, en la segunda parte no le puedo decir nada porque
obviamente me parece una barbaridad. Pero en la primera no coincido con usted.
Y le voy a decir por qué: el problema del gas no fue un problema que Argentina
lo hacía contra Chile. Argentina se quedó sin gas y de hecho está importando de
una manera impresionante, tanto de Bolivia como de Venezuela, y de Trinidad
Tobago.Chile nos pidió que mantuviéramos la provisión de gas sobre algunos
lugares críticos, hasta que se terminaran las plantas que transforman el gas,
como la de Quintero. Y yo le puedo asegurar que, pese a la demanda terrible que
teníamos en Argentina, que muchas veces teníamos que cortar el gas a la
industria y paralizar la economía, eso se mantuvo con grandes sacrificios. Y
nunca hubo corte de disponibilidad, porque en los meses más duros, como en
invierno, yo me acuerdo de que hacíamos un cálculo todos los días con (el
ministro Marcelo) Tokman. Era una situación de crisis para los dos países. Así
que aun en una situación que por supuesto no era fácil estuvimos juntos.
—¿Piensa que ese sentir de la opinión pública fue presionado
por el "terrorismo de la prensa"?
—No, yo creo que fue presionado por las empresas que
compraban gas a precio baratísimo y vendían electricidad en Chile a precio
carísimo. Si quiere que se lo diga así, se lo digo así. Uno de los problemas
que yo escucho del gobierno de Chile es que justamente no tiene una integración
energética como el resto de Sudamérica. Nosotros tenemos con Brasil, Uruguay y
Paraguay. Es decir, si un día nos falta, viene de otro lado, ¿entiende? Chile,
un poco por su situación y otro porque, bueno, no me corresponde a mí decir por
qué, pero la cuestión es que tiene un déficit de integración energética. Y ahí
está la mejor disposición del gobierno argentino; ya se está conversando en
trabajar en eso.
Recuadro :
Un cohete y energía nuclear en Argentina
El 26 de febrero. Argentina lanzó, corno ensayo, su primer
cohete fabricado por ese país. Alcanzó a elevarse dos metros y cayó.
—¿Les produjo mucha frustración?
—Ah, bueno, pero lo importante es que funcione. Mire,
Argentina es un país muy innovador, entendiendo que la innovación es parte del
progreso.
—¿Por qué les interesa fabricar un cohete? ¿Presumen algún
conflicto en la región?
—iNooo! Tenernos un gran desarrollo en energía nuclear y nadie
en el mundo duda que no hay ningún interés bélico. Y eso tiene 60 años de
historia, y nunca se pensó en alguna utilización que no sea la pacífica y nada
de lo que ha desarrollado Argentina ha sido con fines bélicos, sino porque
Argentina siempre manejó la tecnología.
"A veces, al cruzar la frontera parece que uno
estuviera entrando a un país enemigo"
"En la frontera no se siente la integración",
reconoce el embajador argentino.
Cuando asumió la embajada en diciembre de 2007, el embajador
Ginés González dijo que "la integración no les ha llegado aún a quienes
tienen que cm-zar la frontera en bus".
—En estos seis años, ¿que porcentaje se ha logrado avanzar
en eso?
—Hemos avanzado poco. ¿Qué significa la integración? Hay
cosas difíciles de valorar, como cuánto se crece económicamente, culturalmente.
Pero hay cosas que sí uno valora: cuando uno pasa una frontera dice, bueno,
aquí me trataron como un país amigo. Y la verdad, y lo digo por propia
experiencia, no por lo que me cuentan, a veces, cuando uno cruza la frontera, a
uno le parece que estuviera entrando a un país enemigo. Y esto no es que sea
culpa de los argentinos o de los chilenos; es de los dos lados parecido. Y eso
es lo que ve un ciudadano, más que otras cosas.
—¿Cómo se puede resolver?
—Con menos trámites y más tecnología. Los trámites son muy
engorrosos.
—¿En qué topamos?
—Los dos gobiernos siempre han querido hacerlo.Pero después
entramos en la maraña de las subdivisiones de las instituciones. Hay tres
instituciones en Argentina.. Aduana, Migraciones y Gendarmería, y tres en
Chile: SAG, PDI que hace migraciones y Carabineros. Y las instituciones se
preservan fragmentada-mente en sus propias reglas, y eso hace que ciudadanos en
realidad demoren mucho en cruzar la frontera. La verdad es que los dos
gobiernos han invertido mucho dinero en todos los pasos para mejorar, pero
claro, uno llega 15 a 20 minutos antes al control aduanero como consecuencia de
que se gastaron muchos millones de dólares para mejorar, pero arriba pierde
todo ese tiempo y un poco más con el trámite. En esto no tiene nada que ver la
ideología, pero en la frontera no se siente la integración.
—Hay otro aspecto que sí parece tener avances. ¿Es cierto
que Bachelet y Kirchner acordaron acelerar los plazos para la construcción del
túnel de Agua Negra?
—Sí, como ejercicio final de un conedor bioceánico que es
Porto AlegreCoquimbo. Nosotros creemos que con la aceleración, probablemente
estemos en condiciones de que se llame a la licitación internacional en el
segundo semestre de este año. Porque ya tenemos las manifestaciones de interés;
se han presentado 22 empresas internacionales muy importantes.
También está en vista el túnel de baja altura ferroviario de
Mendoza, de más de 50 kilómetros, que va más atrasado.
Y el tercer aspecto que para él tiene una importancia
fundamental es ir trabajando en las fronteras "hasta llegar a la libre
circulación, especialmente en el sur".
—Y en cuanto al tratado minero, está pendiente también
Pascua Lama, que se suspendió...
—Esperemos que se reinicie cuanto antes. Usted sabe que hay
una controversia ambiental acá porque la empresa no cumplió con algunas de las
exigencias del gobierno chileno, y nosotros obviamente queremos que se cumpla
cuanto antes con lo que exige la ley chilena y que se reinicie la obra. Del
lado argentino también ha tenido una paralización bien importante, porque era
una obra binacional: si alguno de los lados no funciona, el otro tampoco puede.
Pero yo creo que el tratado minero, que es ejemplo en el mundo, tiene una
potencialidad tremenda. El martes la Presidenta de Chile hablaba con la
Presidenta Argentina que ambos países tienen el 60% de las reservas mundiales
de litio, un mineral con mucha potencialidad futura, por las baterías y el auto
eléctrico.
Continúa:
—Imagínese, nosotros compartimos miles de kilómetros de una
cordillera plena de minerales que Chile ha aprovechado mucho mejor que
nosotros. Así que en ese sentido nosotros tenemos que aprender mucho de Chile,
porque Argentina no ha sido nunca un país minero. Y muchos de estos yacimientos
están a un lado y al otro: acá está Pelambres y al otro lado está Pachón, en
San Juan. Y siempre es más fácil hacer una explotación con la ventaja que tiene
Argentina que posee más agua y energías más baratas, y la ventaja de Chile, que
tiene muy buenos puertos y están al lado.