"Varios de los que estamos aquí primero fuimos médicos. Y
luego, la búsqueda de hacer políticas
más abarcativas nos llevó a una mayor
escala de acción, como decía un patólogo y gran político alemán Rudolf Virchow. El decía que hacer medicina social era hacer
política en gran escala. Y creo que estamos tratando de hacer eso. Ampliar el abordaje de la salud
como un bien público mundial, como un derecho universal y como una cuestión de
interés social colectiva.
Termino con lo que quería decir, cuando me mencionaban
el “nosotros”: “es que nosotros somos independientes”, “nosotros somos de la
central obrera”, nosotros somos los
médicos o las enfermeras, etc, etc. En ese “nosotros”, donde buscamos solución
a los problemas que teníamos.
Yo me voy a definir como optimista, porque creo que
quien tiene la idea de ser un servidor público -fuera o dentro del Estado- tiene la obligación moral de ser un optimista
con respecto al futuro y en ese sentido yo creo que lo que ha pasado en estos
últimos años en nuestra América Latina ha sido bien importante.
¿Quien hubiera dicho que tendríamos los avances que
tenemos hoy en América Latina? Que un continente tan criticado y olvidado,
empiece a ser mirado de otra manera.
Un avance silencioso, sin difusión mediática, uno
de los lugares del planeta que hoy generan optimismo y no muchos lugares generan optimismo. Un
continente que se destacó por sus luchas intestinas y por su no conformación en
bloque - más allá de lo nacional - desde
el punto de vista diplomático e internacional. Cuando el mundo se había ido conformando en bloques, el único
lugar que no funcionaba en bloque era
nuestra América Latina. Una América Latina que tiene 600 millones de habitantes
, que tiene las mayores reservas de agua del mundo, que tiene las mayores
reservas de materias primas del mundo. En donde la incorporación de mano
de obra a la del trabajo es inmensa.
Se habla mucho de China que incorporó más de 300 millones de personas al
mercado, pero en el último decenio América Latina incorporó 150 millones de
personas al mercado, con algunos ejemplos muy fuertes de algunos países, como
Brasil o México, en donde todos los países hemos tenido un progreso, en donde
las circunstancias económicas son excelentes - como el caso de Chile - o en el caso de otros países que han podido
escapar de esta cuestión cíclica, como mi país, para seguir creciendo, en un
crecimiento sostenido importante, con buenos resultados para la salud. Porque
también es cierto que hemos mejorado en la salud.
Hay muchas cosas
que no puedo probar, pero algo que sí puedo probar es que 8 de cada 10 personas
tiene teléfono celular en América Latina, en el grado de comunicación hemos
mejorado. O que 4 de cada 10 personas tiene educación
universitaria.
Algo que no puedo probar pero que me pareció muy
chistoso es que hay más celulares que cepillos de dientes, espero que ningún
odontólogo se enoje.
Creo que hemos tenido un avance muy importante en muchos
aspectos. Chile es uno de los países que va a incorporarse a la OCDE como un país desarrollado, o sea, con
20 mil dólares de ingreso per capita. Sé que el ingreso per cápita no es
el único factor para determinar un país desarrollado, pero es importante llegar
a esta meta.
Después de todos estos
logros, nadie pensó que nos íbamos a encontrar con un problema más
complejo que los compromisos sociales y
políticos con los que habíamos estado
luchando durante nuestros años estudiantiles. Nosotros luchábamos mucho contra
las injusticias, por el ingreso mejorado. Y mucho más para terminar con la
explotación. Gran parte de la población de América Latina ha sido explotada
históricamente. Hay clases dominantes que han manejado, por medio del estado, a
las clases explotadas en América Latina y esto hizo que hoy la región, no digo
que es la más pobre del mundo porque realmente se han visto avances en los
últimos años, pero sí es junto al África Subsahariana la región más injusta
del mundo.
Entonces a mi no me hubiera parecido que en este
momento, después de tanta lucha progresista, nos fuéramos a encontrar con una
distribución del ingreso que es realmente muy mala. Hemos crecido mucho, pero
hemos distribuido muy mal. Nunca hemos tenido mejor estado económico que ahora,
nunca hemos tenido mejor salud colectiva que ahora. Pero nunca tuvimos tantas
diferencias en la distribución del ingreso, nunca hemos tenido tantas
diferencias en salud de las personas como las que tenemos ahora y no solo en
los países, sino entre los países, y
esto genera cuestiones bien complicadas,
en donde el índice de Gini
nuestro es uno de los peores del mundo. Es un continente que tiene un Gini de
0.52, separando a los extremos, Uruguay 0.45 o Bolivia o Haití que tienen
0.60. Pero, además, esto comparado con
Europa que tiene 0.34, marca algunas de las diferencias con sociedades que han
tomado la distribución de lo social - salud y educación - como tema central.
Lo que me sorprende es que hoy, más allá de la lucha
contra la explotación, muchos de nosotros nos encontramos luchando contra algo peor que la explotación
que es la exclusión. En nuestros países,
más allá de la modernidad y el progreso, nos encontramos con crecientes
poblaciones que son excluidas.
Y este es el gran desafío que tienen nuestras
sociedades, cómo hacer para acortar la brecha entre pobres y ricos, cómo hacer
para que los excluidos vuelvan a estar incluidos en la sociedad. Y en esto, creo yo, la salud tiene un rol fundamental.
Y es fundamental por varios motivos. No es fácil hacer
distribución del ingreso, no es que los gobiernos sean villanos y por eso no
distribuyan bien, porque la distribución les conviene a todos. Porque más allá
de todo, una mejor distribución no sólo trae mejoras y bienestar a la
población, sino que también les trae más votos a los gobiernos, porque los
gobiernos en las democracias buscan
votos, y en esto también debemos decir que nunca en América Latina hemos tenido
tantas democracias tan estables como las
que hemos tenido en los últimos años.
En materia de
salud, distribuir no es fácil. Hay que
hacerlo y crecer está bien, pero una de las razones fundamentales que tienen
los estados es lograr, a partir de los impuestos, distribuir mejor los
recursos. Naturalmente si hay más actividad económica hay más impuestos, no
estoy diciendo nada con esto contra el crecimiento económico, el
crecimiento económico es una necesidad pero no es suficiente. ¿Entonces porque
tenemos que distribuir más en la salud? Primero porque es el más efectivo de
los distribuidores sociales. Cuando uno hace una inversión en salud, rápidamente
tiene un efecto redistributivo: No estoy haciendo competencia con
educación, pero la tiene. Nadie va a dudar lo que significa la educación y es
maravilloso, pero es un capital de las personas, que cuesta años acumular y más
años en rendir resultados.
La salud, en cambio, es un capital inmediato e inclusivo
que le hace bien a todos, pero especialmente a los pobres. Porque los pobres no tienen necesidad de tener un
cuerpo pobre simplemente por ser pobres y no sólo porque las sociedades deben
cuidar a los pobres por una cuestión de ética y de derechos humanos. El
pobre, el único activo que tiene para
cuidar (y voy a usar términos económicos) es su cuerpo. Los pobres lo único que pueden aportar es su
capacidad física de trabajo, si pierden la salud no tienen la capacidad de
ejercer esos trabajos y se ven excluidos. Y si es así entran en el círculo de
la pobreza, el cual es un ciclo de enfermedad que genera pobreza y de
pobreza que genera enfermedad. Esto es
lo que pasa en muchos hogares en donde el impacto de la enfermedad es parte del
impacto de la pobreza.
Por eso la salud es un componente esencial
redistributivo. Es fundamental en lo distributivo y esencial para incluir a los
pobres. Y algo fundamental para las sociedades. Las sociedades pueden soportar que uno tenga un auto mejor ó una ropa mejor
y el otro peor por las diferencias de ingreso, pero que una persona por ser
pobre tenga cuerpo de pobre, ya no es lo
mismo. Y esto es una de las razones fundamentales por las cuales se ve a la
salud como motor de desarrollo y de cohesión social de las sociedades.
Antes había hablado bastante de lo que significaba la
pobreza. La salud es causa del desarrollo económico pero también es
consecuencia de un desarrollo económico, es actividad económica que tiene mucho
que ver con ese desarrollo económico, y es consecuencia del desarrollo
económico.
Es necesario pensar en cómo hacemos estrategias globales para un mundo al que no le ha ido bien.
Porque esto que contaba sobre América Latina le ha pasado a varios lugares del
mundo. Para un mundo que acumula riqueza en cada vez menos personas.
Yo no creo que nosotros cambiemos la globalización y
tampoco estamos para discutir eso. La globalización está y lo peor es que nos
pase el síndrome de Cristóbal Colón. Tal vez fue el mayor globalizador del
mundo, hizo conocer un continente y muchos de sus alimentos que son globales en
todo el mundo, varias culturas, fue un gran globalizador, pero se murió sin
saber lo que había hecho. Y a veces pasa eso con la globalización, muchos de
los que estamos adentro no entendemos lo que está pasando y no debemos seguir
sin entender el presente
Y en ese sentido entonces, cualquier política que tenga
que ver con esfuerzos operativos transnacionales, sea por diplomacia,
estrategias o convenios académicos tiene mucho que ver con el enfoque que
estamos viendo acá. En el mundo las enfermedades se ha globalizado.
Ahora no hay enfermedades de ricos y enfermedades de
pobres, pero hay cargas de enfermedad distintas entre ambos. Hoy, las
enfermedades cardiovasculares, que eran de ricos, se han transferido al mundo
de los pobres también. Las enfermedades sociales, el tabaquismo, que antes era
sólo de las clases altas, ahora es parte de todas las clases sociales. Estoy
hablando de factores determinantes y factores de riesgo.
Entonces, cuando uno tiene semejante globalización de
las causas hay que hacer estrategias de enfoque, no sólo complementaria y
operativa, sino interdisciplinaria, multisectorial, aprovechando el
conocimiento propio y ajeno.
Con esto quiero decir que no hay nadie que pueda tener
la solución absoluta, pero todos tienen un enfoque y una teoría. Es mucho mejor
tratar los problemas de forma conjunta. Entonces, es bueno unir las teorías,
pero especialmente, unir las estrategias.
No hay muchos lugares en donde se unan para tejer estrategias frente a
un problema.
Es cierto que uno
piensa “algo bueno hemos hecho. Hemos logrado el acuerdo marco del tabaco, algo
que hemos logrado en países como el nuestro donde somos grandes productores de
tabaco, por lo que no nos ha tocado fácil”.
Cuando pusimos en marcha el protocolo de cambio
climático en Kioto en 2005 – reunión que tuve el honor de presidir- logramos
(un gran acuerdo global para uno de los grandes desafíos de la Humanidad con
exigentes políticas globales), reconozco que pensé que íbamos a tener más
avances en medio ambiente y cambio climático y su tratamiento global, pero esto
también es parte de la dinámica de lo que se vive en este tiempo.
Pero también hay problemas que son transnacionales,
porque la propagación de los virus es mucho más rápida. Lo hemos visto con la
influenza, o los miedos que hay en la seguridad mundial, en la lucha contra el
terrorismo. Y afrontar estas
cuestiones implica generar e implementar estrategias
transnacionales. Es un buen enfoque para la salud global. La CIA, desde el comienzo dijo que el SIDA era una amenaza para la
seguridad de EEUU, y digamos en esto hay que ser muy claro, porque se mezcla
mucho y así es hoy la política, la vida y la salud.
Es cierto que los
virus son transnacionales, pero la
cultura también se transnacionaliza, la obesidad es una enfermedad cultural. Si
uno ve los problemas que tiene China con el tabaquismo, es la misma película
que se vio en otro lugar del mundo hace 10 años o 20 años. En realidad, esto
hace que sea necesario un enfoque cooperativo transnacional con todas las
formas que hay.
Pero, ¿cuáles son los inconvenientes?. Lo digo desde mis
funciones anteriores, de verdad me siento muy orgulloso -viniendo de la
medicina- de estar donde estoy, representando a mi país en la
diplomacia, que siempre dije que
trataría de hacerla más saludable.
Por ejemplo en Chile, con la presidenta Bachelet venimos
de un origen médico común. Yo siempre le decía por qué no le daba más lugar a
la salud y ella me decía que era la presidenta de todos. Pero yo quiero decir
que la agenda internacional ya tiene incorporada la salud más intensamente desde hace mucho
años.
En la UNASUR, la primera mesa que se constituyó fue la de
salud. En la relación bilateral o multilateral toda la estrategia de
medicamentos que tuvimos con los cambios en la legislación argentina con Chile
también la hemos compartido.
Hoy tenemos trasplantes en donde el hígado de un chico
argentino llega a un niño chileno o viceversa, eso es de mucha importancia.
Salvar una vida tiene un impacto brutal y esto tiene mucho que ver con el
momento político que están viviendo los
países sino con la solidaridad recíproca que es la base de la constitución de
las políticas de salud global.
En este sentido, ¿cuáles son las diferencias?. Entre los
países siempre hay una parte de la política, que resiste la globalización que no tiene nada
que ver con nosotros. Somos jóvenes como
países, no queremos perder la soberanía,
no se entiende lo que es las transnacionalización, y algunas
razones hay.
Esto de la salud global hay que discutirlo y separarlo
bien de lo que llaman ayuda internacional, porque en la historia la ayuda siempre fueron dólares “marcados”,
siempre fueron para un lugar y para una cosa. Eso, en rigor de verdad, generaba
frustraciones, siempre empujaba a una política, o especialmente para un lugar,
y eso marcaba expresiones o deseos casi religiosos. Por ejemplo, en el caso de
Bush, que hablaba de terminar con el SIDA mediante la abstinencia, la fidelidad
y la fe. Eso será bueno para algunos, pero hay que prestar atención, porque para eso había ayuda internacional y
por ende determinaban en países pequeños las políticas nacionales.
De la misma manera que los Estados Unidos en la actual
política de Obama -al igual que en la de Clinton- intentaron buscar saber por
qué había tanta diferencia en la salud de las poblaciones. O en todo caso tomar
una epidemia moderna, como el caso del sobrepeso o la obesidad y ver que los problemas son mucho más comunes
de los que pensamos.
Uno de los problemas comunes que tenemos son los
recursos humanos. Porque de la misma manera que en el sistema educativo -y lo digo en una casa de estudios como esta
y lo dije hace unos días en mi universidad-
no estamos teniendo la adecuación de la educación en un
sector como la salud, en donde dos tercios de los que trabajamos en ella venimos
de la universidad.
No tenemos esa relación fuerte con la universidad, o no
tenemos esa relación fuerte como para decirle a la universidad qué tipo de
recurso necesitamos, o saber cuál nos falta por las dificultades que hay, no
sólo en el funcionamiento de los sistemas o con la gente. Hoy los sistemas de
salud, pese a nuestro esfuerzo, o recursos, generan mucha insatisfacción en los
que trabajan en él y en quien recibe sus servicios. Trabajadores de la salud y
ciudadanos están descontentos.
Y esto no es cuestión de tomarlo simplemente porque en
general es muy difícil legitimar en mediano plazo a instituciones que piden más
recursos o dinero, especialmente cuando hay dificultades en el consenso en la
población. Y este es un tema que lo tenemos que trabajar globalmente. Y si uno
mira en cualquier sistema de salud, si uno baja de un avión y pide saber cuáles
son los problemas que tiene, seguro los
primeros tres van a ser: tenemos alto gasto y no sabemos cómo pararlo o como
pagarlo; en algunos casos, tenemos una insatisfacción creciente en los
ciudadanos y se nos estancaron los resultados sanitarios, y esto es lo peor
porque más dinero metemos y menos resultados conseguimos.
Y los resultados no son todos iguales en los países. Algunos por crecimiento de su población
ingresan en unos perfiles epidemiológicos en donde el reloj
biológico actúa y estanca los resultados. Pero también es cierto que la inversión en
salud no sólo genera un estado más justo, sino también genera un impacto
inmediato. Se ve bien en los países que han generado un trabajo de lucha contra
la pobreza y de promoción de la equidad - y equidad no es igualdad, es darle
más a quien lo necesita -. Y los pobres necesitan una carga mayor. Los estudios
que se han hecho siempre demuestran cuan importante y rendidor es dirigir los
esfuerzos a los que peor están. Por
justicia y por resultados sanitarios.
En uno de los estudios que se han hecho en el mundo,
aunque las cifras no sean exactas, el último que me acuerdo, el 93% de la carga
de enfermedades tiene asignado el 11% de los recursos, y esto con variaciones
sucede un poco en cada país. Esto tiene mucho que ver con la
investigación.
Mucho de lo que significa el motor de la investigación
está muy dominado por el mercado. Yo no tengo nada contra el mercado, lo que
pasa es que cuando uno le pide al mercado equidad y justicia social, creo que
le se está equivocando. El mercado es un sistema de precios, entonces cuando
uno habla de valores en un sistema de salud, dejar que el conocimiento, la
investigación o la explotación de la investigación a través de las patentes sea
una cuestión de mercado significa lo que significa: hoy toda la investigación
está dirigida a la investigación de las enfermedades de los ricos. Y muchas de
las investigaciones de enfermedades importantísimas no tiene clientela, o sea no tiene clientela
que puede pagar. Enfermedades como el paludismo o como el Chagas. Hace
mucho tiempo se ha descubierto el medicamento que le da un tratamiento distinto
a la enfermedad del Chagas, pero es carísimo. Entonces, países como Brasil o
Argentina tuvieron que llevar a cabo la producción por su lado. Porque no hay
ningún tipo de laboratorio que se interese en esta producción. Y el Chagas no es una enfermedad exclusiva de
Argentina o de Brasil, un poco afecta a Chile, hay también Chagas en Estados
Unidos - más de 300 mil chagásicos - o en España, donde hay más de 80 mil chagásicos. Pero no
los comercializa el mercado porque los que tienen las enfermedades no tienen
dinero.
Enfermedades que uno pensaba que estaban terminadas,
como la tuberculosis, el año pasado mató más de un 1.700.000 personas, cuando
uno piensa que es una enfermedad del pasado.
También el VIH, pero en el caso de la tuberculosis es
terrible el impacto. Y lo mismo pasa con el paludismo, por el cual también
murieron muchas personas el año pasado.
Y esto tiene que ver con la salud global.
También tiene que ver con muchas cosas, pero está muy
ligado a la salud global el hecho de que muchas enfermedades que tenían gran
impacto pero poca trascendencia porque no tocaban a los países centrales, o las
clases más ricas, hoy sí las afecten.
Entonces, ¿cuáles son los temas que me parecen desafíos?
Los países tienen dificultades en esto de pensar en la
soberanía, la identidad, el dinero marcado, piensen que los principales
donantes son privados y que naturalmente deciden a dónde va la donación.
Supongo, tal vez no es cierto, que al Secretario de
Estado de Estados Unidos no sé si le gustará que el señor Bill Gates tenga
mayor asignación de recursos que la propia política de Estados Unidos para las
prioridades sanitarias globales.
Lo que digo es, Gates o Slim son grandes donantes y
están ligados a instituciones que, no digo por mala voluntad, tienen ciertas
direcciones. ¿Hasta dónde se tienen en cuenta las prioridades nacionales o a
dónde van los recursos?. Empieza a haber una discusión de hacia dónde va el
dinero. Entonces, no sé hasta dónde las prioridades nacionales son tenidas en
cuenta. Comienza una discusión acerca de dónde viene el dinero y a dónde va. Se
trata también de cuestiones fiscales. Y muchos de los donantes lo hacen con
beneficios fiscales.
Este mundo ha trabajado mucho. La cooperación le ha dado
muchos resultados. En América se ha aprendido mucho y en ese sentido, siempre que se comparte
conocimiento, que se trabaja por el bien común, tomando la salud como un bien
de la humanidad, como en cualquier
diálogo hay que acostumbrarse a que el otro no piense igual, que hay mucho más
pluralismo, que hay que escuchar a la persona.
Los únicos
enemigos que tiene hoy la democracia no son los que tienen una ideología
distinta, son los que no se consideran representados, los que no se consideran
atendidos, los que se consideran excluidos. Eso nos exige otro tipo de
responsabilidades que no siempre podemos atender.
Hay ciertos lugares -hoy más optimistas tras la crisis,
o menos pesimistas - como nuestra
América, que como comenté al principio, está mucho mejor parada.
Algunas veces, en las que he estado trabajando en
políticas de concertación y más aún, en momentos donde un país está a punto de
desintegrarse. - y esto lo he vivido en mi país cuando me tocó ser
ministro por varios años - lo que traté
de hacer fue juntar debilidades y también fortalezas. Pero especialmente
debilidades.
Y en ese sentido, de escucharnos a todos, a mi me atormentaban
las consecuencias para la salud colectiva de la crisis.
Me contaban lo de Rusia y me decían que habían perdido 7
años de esperanza de vida tras la crisis, espero que no pase lo mismo con
España, Italia, Grecia o Portugal ahora con las consecuencias de hoy. Son cosas
que no se sabe cómo terminan.
Y aunque es cierto que el ingreso económico no marca el
bienestar de la población, también es cierto que una baja de gran magnitud en
los ingresos genera un impacto fuerte en la calidad de vida, seguramente va a
haber algún tipo de impacto en los servicios.
Habrán visto que
todos los años se publica cuál es el mejor lugar para nacer, según la
perspectiva para dentro de 25 años. Este año salió Suiza. Parece que el mejor
lugar para nacer es Suiza (hablen con sus padres para decirle que les
convendría nacer en Suiza...) Hasta que llegaron los italianos, que venían posicionados como en el puesto 15 de dónde
sería mejor nacer. Entonces, me gustó mucho la respuesta del italiano que dijo
que durante la época de los Borgia, momento de mayor violencia, intriga e
inestabilidades, nacieron grandes talentos como Leonardo, Da Vinci, Miguel
Ángel y
el Renacimiento. Y que los
suizos, con tantos años de democracia y estabilidad, sólo produjeron el reloj
cucú…!.
Con esto quiero decir que no todos son indicadores y
números, sino también estas cuestiones
tienen que ver con la voluntad política.
Y la salud es un elemento esencial. La globalización
tiene ventajas y desventajas pero no es una elección, es una realidad. Por eso
exige colaboración horizontal y políticas y conocimiento compartido entre los
países.
Y es cierto que yo estaba con gran ventaja, porque
estábamos en un momento de crisis, pero también estaba en desventaja porque el
estado era una caricatura de lo que había sido antes, porque estaba casi
disuelto.
Yo les decía que aprendieran de los patos salvajes. No
debe haber ningún animal más libre que ellos. Cuando están sobre la tierra cada
cual hace lo que quiere y totalmente independiente Al igual que nuestras
instituciones, nuestras academias, nuestras universidades o nuestras ONG’s.
Pero cuando vuelan, van todos en formación y hacia el mismo rumbo. Y eso mismo
es lo que pienso, y me refiero a la salud global. Volemos todos juntos hacia
los mismos objetivos.
Más allá de las diferencias, hay que tirar todos para el
mismo lado y trabajar en relación.
Dejo
Inaugurado el Segundo Congreso de Salud Global".
Estimado Embajador,
ResponderEliminarSoy una abogada argentina que trabaja y vive en Chile desde 1999. Quiero obtener un ejemplar del convenio de reconocimiento muto de títulos con personal de la embajada y no ha sido posible.
Me indican que mi título no estaría incluido en el convenio (UBA 1999) ¿es posible?. Quisiera tene una audiencia con usted (cecicastillo2@gmail.com).
Muchas Gracias.