martes, 22 de enero de 2013

Presentación de Ginés González García en 2do Congreso de Salud Global

"Varios de los que estamos aquí primero fuimos médicos. Y luego,  la búsqueda de hacer políticas más abarcativas nos llevó a una  mayor escala de acción, como decía un patólogo y gran político alemán Rudolf Virchow.  El decía que hacer medicina social era hacer política en gran escala. Y creo que estamos tratando de hacer eso. Ampliar                        el abordaje de la salud como un bien público mundial, como un derecho universal y como una cuestión de interés social colectiva.
Yo me voy a definir como optimista, porque creo que quien tiene la idea de ser un servidor público -fuera o dentro del Estado-  tiene la obligación moral de ser un optimista con respecto al futuro y en ese sentido yo creo que lo que ha pasado en estos últimos años en nuestra América Latina  ha sido bien importante.
¿Quien hubiera dicho que tendríamos los avances que tenemos hoy en América Latina? Que un continente tan criticado y olvidado, empiece a ser mirado de otra manera.
Un avance silencioso, sin difusión mediática,  uno de los lugares del planeta que hoy generan optimismo  y no muchos lugares generan optimismo. Un continente que se destacó por sus luchas intestinas y por su no conformación en bloque - más allá de lo nacional -  desde el punto de vista diplomático e internacional. Cuando el mundo se había  ido conformando en bloques, el único lugar  que no funcionaba en bloque era nuestra América Latina. Una América Latina que tiene 600 millones de habitantes , que tiene las mayores reservas de agua del mundo, que tiene las mayores reservas de materias primas del mundo. En donde la incorporación  de mano de obra a la      del trabajo es inmensa. Se habla mucho de China que incorporó más de 300 millones de personas al mercado, pero en el último decenio América Latina incorporó 150 millones de personas al mercado, con algunos ejemplos muy fuertes de algunos países, como Brasil o México, en donde todos los países hemos tenido un progreso, en donde las circunstancias económicas son excelentes - como el caso de Chile  - o en el caso de otros países que han podido escapar de esta cuestión cíclica, como mi país, para seguir creciendo, en un crecimiento sostenido importante, con buenos resultados para la salud. Porque también es cierto que hemos mejorado en la salud.

 Hay muchas cosas que no puedo probar, pero algo que sí puedo probar es que 8 de cada 10 personas tiene teléfono celular en América Latina, en el grado de comunicación hemos mejorado.   O que 4 de cada 10 personas tiene educación universitaria.
Algo que no puedo probar pero que me pareció muy chistoso es que hay más celulares que cepillos de dientes, espero que ningún odontólogo se enoje.
Creo que hemos tenido un avance muy importante en muchos aspectos. Chile es uno de los países que va a incorporarse  a la OCDE como un país desarrollado,  o sea, con  20 mil dólares de ingreso per capita. Sé que el ingreso per cápita no es el único factor para determinar un país desarrollado, pero es importante llegar a esta meta.
Después de todos estos  logros, nadie pensó que nos íbamos a encontrar con un problema más complejo  que los compromisos sociales y políticos con los  que habíamos estado luchando durante nuestros años estudiantiles. Nosotros luchábamos mucho contra las injusticias, por el ingreso mejorado. Y mucho más para terminar con la explotación. Gran parte de la población de América Latina ha sido explotada históricamente. Hay clases dominantes que han manejado, por medio del estado, a las clases explotadas en América Latina y esto hizo que hoy la región, no digo que es la más pobre del mundo porque realmente se han visto avances en los últimos años, pero sí es junto al África Subsahariana  la región más injusta del mundo.
Entonces a mi no me hubiera parecido que en este momento, después de tanta lucha progresista, nos fuéramos a encontrar con una distribución del ingreso que es realmente muy mala. Hemos crecido mucho, pero hemos distribuido muy mal. Nunca hemos tenido mejor estado económico que ahora, nunca hemos tenido mejor salud colectiva que ahora. Pero nunca tuvimos tantas diferencias en la distribución del ingreso, nunca hemos tenido tantas diferencias en salud de las personas como las que tenemos ahora y no solo en los países, sino entre los países,  y esto genera cuestiones bien complicadas,  en donde el  índice de Gini nuestro es uno de los peores del mundo. Es un continente que tiene un Gini de 0.52, separando a los extremos,  Uruguay 0.45 o Bolivia o Haití que tienen 0.60.  Pero, además, esto comparado con Europa que tiene 0.34, marca algunas de las diferencias con sociedades que han tomado la distribución de lo social - salud y educación -  como tema central.
Lo que me sorprende es que hoy, más allá de la lucha contra la explotación, muchos de nosotros nos encontramos  luchando contra algo peor que la explotación que es la exclusión. En  nuestros países, más allá de la modernidad y el progreso, nos encontramos con crecientes poblaciones que son excluidas.
Y este es el gran desafío que tienen nuestras sociedades, cómo hacer para acortar la brecha entre pobres y ricos, cómo hacer para que los excluidos vuelvan a estar incluidos en la sociedad. Y  en esto, creo yo,  la salud tiene un rol fundamental.
Y es fundamental por varios motivos. No es fácil hacer distribución del ingreso, no es que los gobiernos sean villanos y por eso no distribuyan bien, porque la distribución les conviene a todos. Porque más allá de todo, una mejor distribución no sólo trae mejoras y bienestar a la población, sino que también les trae más votos a los gobiernos, porque los gobiernos  en las democracias buscan votos, y en esto también debemos decir que nunca en América Latina hemos tenido tantas democracias tan estables como  las que hemos  tenido en los últimos años.
En  materia de salud, distribuir no es fácil.  Hay que hacerlo y crecer está bien, pero una de las razones fundamentales que tienen los estados es lograr, a partir de los impuestos, distribuir mejor los recursos. Naturalmente si hay más actividad económica hay más impuestos, no estoy diciendo nada con esto contra el crecimiento económico,  el crecimiento económico es una necesidad pero no es suficiente. ¿Entonces porque tenemos que distribuir más en la salud? Primero porque es el más efectivo de los distribuidores sociales. Cuando uno hace una inversión en salud,  rápidamente  tiene un efecto redistributivo: No estoy haciendo competencia con educación, pero la tiene. Nadie va a dudar lo que significa la educación y es maravilloso, pero es un capital de las personas, que cuesta años acumular y más años en rendir resultados.
La salud, en cambio, es un capital inmediato e inclusivo que le hace bien a todos, pero especialmente a los pobres. Porque  los pobres no tienen necesidad de tener un cuerpo pobre simplemente por ser pobres y no sólo porque las sociedades deben cuidar a los pobres por una cuestión de ética y de derechos humanos. El pobre,  el único activo que tiene para cuidar (y voy a usar términos económicos) es su cuerpo.  Los pobres lo único que pueden aportar es su capacidad física de trabajo, si pierden la salud no tienen la capacidad de ejercer esos trabajos y se ven excluidos. Y si es así entran en el círculo de la pobreza, el cual es un ciclo  de enfermedad que genera pobreza y de pobreza  que genera enfermedad. Esto es lo que pasa en muchos hogares en donde el impacto de la enfermedad es parte del impacto de la pobreza.
Por eso la salud es un componente esencial redistributivo. Es fundamental en lo distributivo y esencial para incluir a los pobres. Y algo fundamental para las sociedades. Las sociedades  pueden soportar  que uno tenga un auto mejor ó una ropa mejor y el otro peor por las diferencias de ingreso, pero que una persona por ser pobre tenga  cuerpo de pobre, ya no es lo mismo. Y esto es una de las razones fundamentales por las cuales se ve a la salud como motor de desarrollo y de  cohesión social de las sociedades.
Antes había hablado bastante de lo que significaba la pobreza. La salud es causa del desarrollo económico pero también es consecuencia de un desarrollo económico, es actividad económica que tiene mucho que ver con ese desarrollo económico, y es consecuencia del desarrollo económico.
Es necesario pensar en cómo hacemos estrategias globales  para un mundo al que no le ha ido bien. Porque esto que contaba sobre América Latina le ha pasado a varios lugares del mundo. Para un mundo que acumula riqueza en cada vez menos personas.
Yo no creo que nosotros cambiemos la globalización y tampoco estamos para discutir eso. La globalización está y lo peor es que nos pase el síndrome de Cristóbal Colón. Tal vez fue el mayor globalizador del mundo, hizo conocer un continente y muchos de sus alimentos que son globales en todo el mundo, varias culturas, fue un gran globalizador, pero se murió sin saber lo que había hecho. Y a veces pasa eso con la globalización, muchos de los que estamos adentro no entendemos lo que está pasando y no debemos seguir sin entender el presente
Y en ese sentido entonces, cualquier política que tenga que ver con esfuerzos operativos transnacionales, sea por diplomacia, estrategias o convenios académicos tiene mucho que ver con el enfoque que estamos viendo acá. En el mundo las enfermedades se ha globalizado.



Ahora no hay enfermedades de ricos y enfermedades de pobres, pero hay cargas de enfermedad distintas entre ambos. Hoy, las enfermedades cardiovasculares, que eran de ricos, se han transferido al mundo de los pobres también. Las enfermedades sociales, el tabaquismo, que antes era sólo de las clases altas, ahora es parte de todas las clases sociales. Estoy hablando de factores determinantes y factores de riesgo.
Entonces, cuando uno tiene semejante globalización de las causas hay que hacer estrategias de enfoque, no sólo complementaria y operativa, sino interdisciplinaria, multisectorial, aprovechando el conocimiento propio y ajeno.
Con esto quiero decir que no hay nadie que pueda tener la solución absoluta, pero todos tienen un enfoque y una teoría. Es mucho mejor tratar los problemas de forma conjunta. Entonces, es bueno unir las teorías, pero especialmente, unir las estrategias.  No hay muchos lugares en donde se unan para tejer estrategias frente a un problema.
Es cierto que  uno piensa “algo bueno hemos hecho. Hemos logrado el acuerdo marco del tabaco, algo que hemos logrado en países como el nuestro donde somos grandes productores de tabaco, por lo que no nos ha tocado fácil”.
Cuando pusimos en marcha el protocolo de cambio climático en Kioto en 2005 – reunión que tuve el honor de presidir- logramos (un gran acuerdo global para uno de los grandes desafíos de la Humanidad con exigentes políticas globales), reconozco que pensé que íbamos a tener más avances en medio ambiente y cambio climático y su tratamiento global, pero esto también es parte de la dinámica de lo que se vive en este tiempo.
Pero también hay problemas que son transnacionales, porque la propagación de los virus es mucho más rápida. Lo hemos visto con la influenza, o los miedos que hay en la seguridad mundial, en la lucha contra el terrorismo. Y  afrontar estas cuestiones  implica  generar e implementar estrategias transnacionales. Es un buen enfoque para la salud global. La CIA,  desde el comienzo  dijo que el SIDA era una amenaza para la seguridad de EEUU, y digamos en esto hay que ser muy claro, porque se mezcla mucho y así es hoy la política, la vida y la salud.
Es cierto que  los virus son transnacionales,  pero la cultura también se transnacionaliza, la obesidad es una enfermedad cultural. Si uno ve los problemas que tiene China con el tabaquismo, es la misma película que se vio en otro lugar del mundo hace 10 años o 20 años. En realidad, esto hace que sea necesario un enfoque cooperativo transnacional con todas las formas que hay.
Pero, ¿cuáles son los inconvenientes?. Lo digo desde mis funciones anteriores, de verdad me siento muy orgulloso -viniendo de la medicina- de estar donde  estoy, representando a mi país  en  la diplomacia, que  siempre dije que trataría de hacerla más saludable.
Por ejemplo en Chile, con la presidenta Bachelet venimos de un origen médico común. Yo siempre le decía por qué no le daba más lugar a la salud y ella me decía que era la presidenta de todos. Pero yo quiero decir que la agenda internacional ya tiene incorporada  la salud más intensamente desde hace mucho años.
En la UNASUR, la primera mesa que se constituyó fue la de salud. En la relación bilateral o multilateral toda la estrategia de medicamentos que tuvimos con los cambios en la legislación argentina con Chile también la hemos compartido.  
Hoy tenemos trasplantes en donde el hígado de un chico argentino llega a un niño chileno o viceversa, eso es de mucha importancia. Salvar una vida tiene un impacto brutal y esto tiene mucho que ver con el momento político  que están viviendo los países sino con la solidaridad recíproca que es la base de la constitución de las políticas de salud global.
En este sentido, ¿cuáles son las diferencias?. Entre los países siempre hay una parte de la política,  que resiste la globalización que no tiene nada que ver con nosotros.  Somos jóvenes como países,  no queremos perder la soberanía, no  se entiende  lo que es las transnacionalización, y algunas razones hay.
Esto de la salud global hay que discutirlo y separarlo bien de lo que llaman ayuda internacional, porque en la historia  la ayuda siempre fueron dólares “marcados”, siempre fueron para un lugar y para una cosa. Eso, en rigor de verdad, generaba frustraciones, siempre empujaba a una política, o especialmente para un lugar, y eso marcaba expresiones o deseos casi religiosos. Por ejemplo, en el caso de Bush, que hablaba de terminar con el SIDA mediante la abstinencia, la fidelidad  y la fe. Eso será bueno para algunos, pero hay que prestar atención,  porque para eso había ayuda internacional y por ende determinaban en países pequeños las políticas nacionales.
De la misma manera que los Estados Unidos en la actual política de Obama -al igual que en la de Clinton- intentaron buscar saber por qué había tanta diferencia en la salud de las poblaciones. O en todo caso tomar una epidemia moderna, como el caso del sobrepeso o la obesidad y  ver que los problemas son mucho más comunes de los que pensamos.
Uno de los problemas comunes que tenemos son los recursos humanos. Porque de la misma manera que en el sistema educativo  -y lo digo en una casa de estudios como esta y lo dije hace unos días en mi universidad-     no estamos teniendo la adecuación de la educación en un sector como la salud, en donde dos tercios de los que trabajamos en ella venimos de la universidad.
No tenemos esa relación fuerte con la universidad, o no tenemos esa relación fuerte como para decirle a la universidad qué tipo de recurso necesitamos, o saber cuál nos falta por las dificultades que hay, no sólo en el funcionamiento de los sistemas o con la gente. Hoy los sistemas de salud, pese a nuestro esfuerzo, o recursos, generan mucha insatisfacción en los que trabajan en él y en quien recibe sus servicios. Trabajadores de la salud y ciudadanos están descontentos.
Y esto no es cuestión de tomarlo simplemente porque en general es muy difícil legitimar en mediano plazo a instituciones que piden más recursos o dinero, especialmente cuando hay dificultades en el consenso en la población. Y este es un tema que lo tenemos que trabajar globalmente. Y si uno mira en cualquier sistema de salud, si uno baja de un avión y pide saber cuáles son los problemas que tiene, seguro  los primeros tres van a ser: tenemos alto gasto y no sabemos cómo pararlo o como pagarlo; en algunos casos, tenemos una insatisfacción creciente en los ciudadanos y se nos estancaron los resultados sanitarios, y esto es lo peor porque más dinero metemos y menos resultados conseguimos.


Y los resultados no son todos iguales en los países.  Algunos por crecimiento de su población ingresan  en unos  perfiles epidemiológicos en donde el reloj biológico actúa y estanca los resultados.  Pero también es cierto que la inversión en salud no sólo genera un estado más justo, sino también genera un impacto inmediato. Se ve bien en los países que han generado un trabajo de lucha contra la pobreza y de promoción de la equidad - y equidad no es igualdad, es darle más a quien lo necesita -. Y los pobres necesitan una carga mayor. Los estudios que se han hecho siempre demuestran cuan importante y rendidor es dirigir los esfuerzos a los que peor están.  Por justicia y por resultados sanitarios.
En uno de los estudios que se han hecho en el mundo, aunque las cifras no sean exactas, el último que me acuerdo, el 93% de la carga de enfermedades tiene asignado el 11% de los recursos, y esto con variaciones sucede un poco en cada país. Esto tiene mucho que ver con la investigación.  
Mucho de lo que significa el motor de la investigación está muy dominado por el mercado. Yo no tengo nada contra el mercado, lo que pasa es que cuando uno le pide al mercado equidad y justicia social, creo que le se está equivocando. El mercado es un sistema de precios, entonces cuando uno habla de valores en un sistema de salud, dejar que el conocimiento, la investigación o la explotación de la investigación a través de las patentes sea una cuestión de mercado significa lo que significa: hoy toda la investigación está dirigida a la investigación de las enfermedades de los ricos. Y muchas de las investigaciones de enfermedades importantísimas  no tiene clientela, o sea no tiene clientela que puede pagar.  Enfermedades como el paludismo o como el Chagas. Hace mucho tiempo se ha descubierto el medicamento que le da un tratamiento distinto a la enfermedad del Chagas, pero es carísimo. Entonces, países como Brasil o Argentina tuvieron que llevar a cabo la producción por su lado. Porque no hay ningún tipo de laboratorio que se interese en esta producción. Y  el Chagas no es una enfermedad exclusiva de Argentina o de Brasil, un poco afecta a Chile, hay también Chagas en Estados Unidos - más de 300 mil chagásicos - o en España,  donde hay más de 80 mil chagásicos. Pero no los comercializa el mercado porque los que tienen las enfermedades no tienen dinero.
Enfermedades que uno pensaba que estaban terminadas, como la tuberculosis, el año pasado mató más de un 1.700.000 personas, cuando uno piensa que es una enfermedad del pasado.
También el VIH, pero en el caso de la tuberculosis es terrible el impacto. Y lo mismo pasa con el paludismo, por el cual también murieron muchas personas el año pasado.
Y esto tiene que ver con la salud global.
También tiene que ver con muchas cosas, pero está muy ligado a la salud global el hecho de que muchas enfermedades que tenían gran impacto pero poca trascendencia porque no tocaban a los países centrales, o las clases más ricas,  hoy sí las afecten.
Entonces, ¿cuáles son los temas que me parecen  desafíos?
Los países tienen dificultades en esto de pensar en la soberanía, la identidad, el dinero marcado, piensen que los principales donantes son privados y que naturalmente deciden a dónde va la donación.
Supongo, tal vez no es cierto, que al Secretario de Estado de Estados Unidos no sé si le gustará que el señor Bill Gates tenga mayor asignación de recursos que la propia política de Estados Unidos para las prioridades sanitarias globales.
Lo que digo es, Gates o Slim son grandes donantes y están ligados a instituciones que, no digo por mala voluntad, tienen ciertas direcciones. ¿Hasta dónde se tienen en cuenta las prioridades nacionales o a dónde van los recursos?. Empieza a haber una discusión de hacia dónde va el dinero. Entonces, no sé hasta dónde las prioridades nacionales son tenidas en cuenta. Comienza una discusión acerca de dónde viene el dinero y a dónde va. Se trata también de cuestiones fiscales. Y muchos de los donantes lo hacen con beneficios fiscales.
Este mundo ha trabajado mucho. La cooperación le ha dado muchos resultados. En América se ha aprendido mucho y  en ese sentido, siempre que se comparte  conocimiento, que se trabaja por el bien común, tomando la salud como un bien de la humanidad,  como en cualquier diálogo hay que acostumbrarse a que el otro no piense igual, que hay mucho más pluralismo, que hay que escuchar a la persona.
Los  únicos enemigos que tiene hoy la democracia no son los que tienen una ideología distinta, son los que no se consideran representados, los que no se consideran atendidos, los que se consideran excluidos. Eso nos exige otro tipo de responsabilidades que no siempre podemos atender.
Hay ciertos lugares -hoy más optimistas tras la crisis, o menos pesimistas -  como nuestra América, que como comenté al principio, está mucho mejor parada.
Algunas veces, en las que he estado trabajando en políticas de concertación y más aún, en momentos donde un país está a punto de desintegrarse. - y esto lo he vivido en mi país cuando me tocó ser ministro  por varios años - lo que traté de hacer fue juntar debilidades y también fortalezas. Pero especialmente debilidades.
Y en ese sentido, de escucharnos a todos, a mi me atormentaban las consecuencias para la salud colectiva de la crisis.
Me contaban lo de Rusia y me decían que habían perdido 7 años de esperanza de vida tras la crisis, espero que no pase lo mismo con España, Italia, Grecia o Portugal ahora con las consecuencias de hoy. Son cosas que no se sabe cómo terminan.
Y aunque es cierto que el ingreso económico no marca el bienestar de la población, también es cierto que una baja de gran magnitud en los ingresos genera un impacto fuerte en la calidad de vida, seguramente va a haber algún tipo de impacto en los servicios.
Habrán visto que   todos los años se publica cuál es el mejor lugar para nacer, según la perspectiva para dentro de 25 años. Este año salió Suiza. Parece que el mejor lugar para nacer es Suiza (hablen con sus padres para decirle que les convendría nacer en Suiza...) Hasta que llegaron los italianos, que venían  posicionados como en el puesto 15 de dónde sería mejor nacer. Entonces, me gustó mucho la respuesta del italiano que dijo que durante la época de los Borgia, momento de mayor violencia, intriga e inestabilidades, nacieron grandes talentos como Leonardo, Da Vinci, Miguel Ángel  y  el  Renacimiento. Y que los suizos, con tantos años de democracia y estabilidad, sólo produjeron el reloj cucú…!.
Con esto quiero decir que no todos son indicadores y números, sino también estas cuestiones  tienen que ver con la voluntad política.
Y la salud es un elemento esencial. La globalización tiene ventajas y desventajas pero no es una elección, es una realidad. Por eso exige colaboración horizontal y políticas y conocimiento compartido entre los países.

Termino con lo que quería decir, cuando me mencionaban el “nosotros”: “es que nosotros somos independientes”, “nosotros somos de la central obrera”,  nosotros somos los médicos o las enfermeras, etc, etc. En ese “nosotros”, donde buscamos solución a los problemas que teníamos.
Y es cierto que yo estaba con gran ventaja, porque estábamos en un momento de crisis, pero también estaba en desventaja porque el estado era una caricatura de lo que había sido antes, porque estaba casi disuelto.
Yo les decía que aprendieran de los patos salvajes. No debe haber ningún animal más libre que ellos. Cuando están sobre la tierra cada cual hace lo que quiere y totalmente independiente Al igual que nuestras instituciones, nuestras academias, nuestras universidades o nuestras ONG’s. Pero cuando vuelan, van todos en formación y hacia el mismo rumbo. Y eso mismo es lo que pienso, y me refiero a la salud global. Volemos todos juntos hacia los mismos objetivos.
Más allá de las diferencias, hay que tirar todos para el mismo lado y trabajar en relación.
Dejo Inaugurado el Segundo Congreso de Salud Global".











1 comentario:

  1. Estimado Embajador,
    Soy una abogada argentina que trabaja y vive en Chile desde 1999. Quiero obtener un ejemplar del convenio de reconocimiento muto de títulos con personal de la embajada y no ha sido posible.
    Me indican que mi título no estaría incluido en el convenio (UBA 1999) ¿es posible?. Quisiera tene una audiencia con usted (cecicastillo2@gmail.com).
    Muchas Gracias.

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