sábado, 7 de enero de 2012

Chile y Las Malvinas


La columna de opinión del ex ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Juan Gabriel Valdés, sobre la posición de su país con respecto al reclamo argentino sobre Malvinas fue una nueva muestra de apoyo y acercamiento de dos países hermanos.  
El gobierno chileno lo ha declarado con toda claridad: Chile respalda los legítimos derechos de soberanía de la Argentina sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur como así también no  reconoce ninguna jurisdicción propia de las Islas.
El actual Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Alfredo Moreno Charme, en el marco de la Presidencia Pro Tempore de Chile de CELAC, subrayó: "la primera acción en el ámbito internacional de CELAC se cumplió cuando el Embajador de Chile en Naciones Unidas se reunió con el Secretario General (de las Naciones Unidas). El propósito de la reunión fue solicitarle que renueve sus esfuerzos en el cumplimiento de la misión de buenos oficios tendientes a encontrar, a la mayor brevedad, una solución pacífica a la disputa sobre las Islas Malvinas, conforme a lo acordado en el comunicado especial por los Jefes de Estado y Gobierno en Caracas."
Les dejo a continuación la carta de Juan Gabriel Valdés publicada el viernes 6 de enero en El Mercurio. 

El Mercurio 
Chile y las Malvinas
Juan Gabriel Valdés Ex ministro de Relaciones Exteriores de Chile
Durante esta primera semana de enero se cumplen 179 años de la ocupación británica de las islas Malvinas. En ese día de 1833, sin mediar estado de guerra entre Inglaterra y Argentina, un navío de su majestad invadió un archipiélago -situado más cerca de la Patagonia Argentina de lo que Juan Fernández está de Chile-, expulsó al gobernador y a la población argentina de las islas, bajó la bandera transandina e izó el Union Jack, consumando así uno más de los centenares de episodios coloniales con que las potencias europeas inundaron el siglo XIX. En el curso del tiempo, Gran Bretaña trasladó una pequeña población y hoy, en pleno siglo XXI, continúa incluyendo las Malvinas, situadas a más de doce mil kilómetros de sus costas, entre sus "territorios de ultramar".

Por su parte, Argentina, que presentó en Londres su primera protesta diplomática cinco meses después de la invasión, espera hasta hoy que se cumplan las múltiples resoluciones de Naciones Unidas, la OEA y todos los organismos regionales y subregionales latinoamericanos e iberoamericanos. Ellos han demandado incesantemente una negociación diplomática directa entre las partes que ponga fin, de una vez por todas, a lo que el embajador de Chile ante las Naciones Unidas, en nombre de nuestro país pero en representación del Grupo de Río, o sea de América Latina entera, denominó recientemente: "Una situación colonial anacrónica que debe terminar".

El Reino Unido es un país amigo de Chile y de América Latina, nuestros vínculos son múltiples y muchos los intereses compartidos. La inquietud de sucesivos gobiernos británicos por los sentimientos de la población de las islas es plenamente comprensible: El comité de descolonización de Naciones Unidas señaló desde un inicio que el interés de los isleños debe ser plenamente considerado y custodiado. Pero los deseos de pertenencia cultural de esa población no debieran ser en absoluto incompatibles con lo que el Presidente de Chile llamara hace pocas semanas "los derechos jurídicos irrenunciables de la Argentina sobre las islas". Y el Reino Unido no tiene derecho a anunciar el lanzamiento de misiles desde ellas; autorizar la exploración de recursos naturales por sus empresas en un mar territorial que pertenece a Argentina, así como otras actividades que violan la Resolución 31/49 de Naciones Unidas, que insta a las dos partes a abstenerse de adoptar decisiones que introduzcan modificaciones unilaterales en la situación mientras las islas están atravesando el proceso recomendado en las resoluciones pertinentes.

Una violación reciente de este principio por el Reino Unido es la autorización para utilizar en sus barcos una bandera de conveniencia, creada por la administración colonial de las islas, y que es carente de cualquier legalidad, por cuanto no representa soberanía, ni siquiera autonomía, al estar las Malvinas dentro de los territorios declarados no autónomos por las Naciones Unidas. Es así, con razón, que Chile y los países del Mercosur, Brasil y Uruguay, han negado el ingreso a sus puertos de barcos enarbolando dicha bandera. Ello no significa en modo alguno un intento de aislamiento de los isleños, pues los barcos de bandera británica gozan de pleno acceso y nadie pretende incumplir los compromisos internacionales de navegación correspondientes.

En la conmemoración del Grupo de Río, el miércoles 21 de diciembre recién pasado, el canciller Alfredo Moreno anunció que Chile había dado cumplimiento a "la primera acción en el ámbito internacional de la recientemente creada Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, la Celac. Dos días antes, el embajador de Chile en Naciones Unidas se había reunido con el secretario general para solicitarle que renovara sus esfuerzos en aras de encontrar, a la mayor brevedad, una solución pacífica a la disputa sobre las islas Malvinas, conforme a lo acordado en el comunicado especial por los jefes de Estado y gobierno en Caracas".

Es importante en el momento actual que sea Chile el que encabece ese planteamiento en los organismos internacionales, y que nuestra política de Estado, en apoyo al principio irrenunciable de soberanía argentina de las islas, sea conocida por chilenos y argentinos. Esa es la razón por la cual un grupo de chilenos provenientes de diversas expresiones culturales y políticas nos hemos reunido hace un par de semanas para manifestar la necesidad de difundir esta causa argentina en nuestro país. Lo haremos recogiendo el principio de que un sentimiento patrio de tanta importancia para nuestros vecinos, como la recuperación pacífica de su soberanía sobre las islas Malvinas, constituye por definición una causa que es propia también para los chilenos.

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