martes, 17 de enero de 2012

Entrevista: “Los Kirchner acabaron con la esceptisemia”

Estimados lectores, comparto con ustedes la entrevista que me hicieron en Revista 23, en donde analizamos esta nueva etapa en el gobierno de Cristina Kirchner, la relación con Chile y una de mis grandes pasiones, Racing.

Ginés González García, embajador en Chile
“Los Kirchner acabaron con la esceptisemia”
El ex ministro de Salud de la Nación sotiene que Néstor y Cristina terminaron con una epidemia, la de “los escépticos”. Cómo ve el país desde afuera. El futuro de Racing.  

Foto: Revista 23

En 2007, cuando Néstor Kirchner le propuso ser embajador en Chile, se negó rotundamente. Sus argumentos iban desde que es un hombre de acción hasta que no le gusta jugar a las visitas. Pero el líder santacruceño supo insistir señalando la importancia de una buena relación con el país trasandino para que la Argentina tuviera una salida al Pacífico. Ginés González García entendió que tenía dos caminos: aceptar o, si seguía negándose, pasar a la clandestinidad. Eligió el primero y conoció un mundo plural, en el que puede intervenir en áreas tan disímiles como cultura, comercio o fuerzas armadas. Y descubrió que, una vez más, Néstor Kirchner tenía razón. El juego de la diplomacia lo atrapó.

Sin embargo, no abandona ni olvida su pasión primordial: la salud. A punto tal que muchos de sus viajes obedecen a congresos o simposios sobre el tema. Como el que realizó en diciembre pasado para participar en la presentación del Informe sobre el Sistema sanitario argentino, elaborado por la Organización Panamericana de la Salud. En una entrevista posterior, el ex ministro del área no tuvo reparos en señalar los déficits del país, el primero: recursos humanos.

“Ningún país deja librado al mercado la cantidad, calidad y tipo de recursos humanos en salud.

Todos tienen planificación, buena, regular o mala. Pero lo único peor es no tener ninguna, como es el caso de Argentina. Hay que fortalecer el diálogo con respecto a qué tipos de recursos se necesitan entre los ministerios de educación y salud y con las universidades, las grandes formadoras que hoy hacen lo que pueden. Hay muchos abogados, contadores, que no se necesitan tanto, y pocos ingenieros y geólogos, que sí se necesitan. En un proceso de reindustrialización fuerte, minero, petrolero, como el que pasa Argentina, es una locura”, señaló.

–¿Hay que arancelar la universidad?

–Hay que regular la matrícula. Los países más liberales del mundo, y los más socialistas, planifican sus recursos humanos. No es un problema de ideología, es hacerle bien al país y a los pibes, que no manejarán un taxi siendo médicos. Argentina tiene la mitad de las residencias de los que se reciben por año, 3.000 contra 6.000, eso significa que la mitad de los médicos no está habilitada para ejercer la profesión y termina manejando una ambulancia. Para evitar eso, los ministerios de Educación, Salud y las universidades deben trabajar juntos para elaborar un sistema, aunque sea imperfecto. El país mejoró mucho en los últimos años y tiene continuidad con el Plan Federal de Salud. Hoy nadie discute el tema del cigarrillo, los programas de educación sexual y reproductiva, la vida sana… la sociedad va aprendiendo y ahí está la otra función del Estado: proveer información, comunicar y cambiar actitudes y hábitos. Tenemos una formidable epidemia de sobrepeso y obesidad…

–Que crece a nivel infantil.

–Estamos hipotecando futuro, el 10 por ciento de los pibes con sobrepeso es una barbaridad. Hay que entender que los chicos están con la tele o la compu, la tele los bombardea con propaganda absolutamente desleal con qué hay que comer. Eso exige la protección del Estado. Hay que acordar con la industria alimentaria, buscar salidas.

–¿Es necesaria una ley integral de salud?

–Las leyes vienen después de cambiar la realidad, son ordenamientos. Primero hay que hacer la política, construir los consensos y fomentar las acciones, después la ley que acompaña o surge en forma paralela a ese proceso. Ninguna ley cambia la realidad. El conflicto de federalismo, fragmentación, coparticipación, no se resuelve con una ley, hay que construir consenso previo. Hay que fijar prioridades y explicarlas de cara a la sociedad. Eso es la política. Yo soy optimista, casi una obligación de moral pública en quien tiene un cargo, pero yo lo soy por naturaleza. Y si no, no podría ser hincha de Racing.

“Imaginate que lo echamos al Cholo porque salió segundo, mirá que agrandados que estamos”, continúa con una risa contagiosa. Y se lanza a hablar del club de Avellaneda al que dice pertenecer “genéticamente”. Opina, susurra confidencias, y seguramente está contento con el nombramiento de Alfio “Coco” Basile, a quien considera su amigo y un hombre divertido. Puesto a conversar de fútbol, cuenta que aún hoy, “el loco” Bielsa es un ídolo absoluto en Chile y que su salida de la selección trasandina impactó en la popularidad del presidente Piñera.

–En la diplomacia encontró la acción que quería…

–Chile es el país que más capitales exporta de América latina, porque tiene un mercado pequeño. Cada año invierte seis o siete mil millones de dólares fuera de sus fronteras y yo estoy para lograr que se radiquen acá. Es como jugar en la Selección argentina de fútbol: hay que cubrir los puestos según la necesidad del equipo. Uno es la Argentina. El otro día hice una reunión y vino todo el gabinete chileno; el embajador de Estados Unidos me dijo: “No se puede creer esta convocatoria”. Mirando a lontananza, le contesté: “Y… tengo un país importante detrás. Se confirmó, el imperio está muy decadente”. Se mató de risa, es un tipo con mucho humor.

–Dijo que el segundo gobierno de Cristina se destacará por la acción. ¿Cuáles serían los lineamientos?

–Si digo “profundizar el modelo” parece remanido y ambiguo, pero es eso, en cada una de las cosas. La Argentina seguirá creciendo, con vicisitudes. La parte social se sigue desarrollando con mucha fuerza, pero había mucha deuda acumulada producto de los 25 ó 27 puntos de pobreza que nos dejó el proceso militar. En esa mochila terrible, objetivo de todos los gobiernos democráticos, es donde el Gobierno va a seguir profundizando y mejorando, porque Argentina todavía es un país injusto. Veo una continuidad del crecimiento económico, con desarrollo de las personas y recuperación de la dignidad. Néstor y Cristina rompieron con una dolencia de las más graves: la esceptisemia, el escepticismo casi epidémico. Hoy hay ganas, voluntad de construir, es un cambio fundamental.

–¿Cómo influirá el marco internacional?

–Creo que tenemos por delante una década muy favorable, lo cual no es poco para que el Gobierno siga desarrollándose. Hay una mirada distinta hacia Latinoamérica y hacia Argentina, como consecuencia de que por primera vez somos un continente exitoso y unido, eso también permite hacer más cosas, la Celac (N.de R.: Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) es un paso importante. Un subcontinente que no tenía representación en foros internacionales como bloque, como tienen otras zonas del mundo, hoy lo tiene y de manera fuerte.

–Mencionó la unidad, pero también dijo que el continente tiene mayor gobernabilidad que, por ejemplo, Estados Unidos…

–Sí, salvo el episodio policial de Rafael Correa, en Ecuador, que despertó una reacción maravillosa en toda América latina. No sólo tenemos estabilidad democrática, tenemos legitimidad democrática. Gobiernos que se reeligen, como el de Dilma o el de Cristina, es algo que no está pasando en ningún lado. En Europa, el que está en el gobierno pierde las elecciones o lo sacan antes.

–¿Cuales son las claves para esa situación?

–Creo que se relaciona con que hay conciencia de la población, estamos en una América con rumbo distinto… La democracia tiene mucho cuestionamiento a nivel internacional porque, si bien ha sido una revolución política, en consideración de algunos países, no ha sido lo mismo desde el punto de vista de la revolución social y económica. El malestar que se vive en Estados Unidos o Europa por esos aspectos de desigualdad es muy grande. Nosotros seguimos siendo desiguales, pero claramente hay un rumbo a lograr mayor equilibrio, armonía social, trabajar para todos pero más para los sectores más débiles, cuestiones que hacen a la construcción de una nación y de un continente. Y donde no hay una continuidad de signo político, como en Chile, continúan las políticas.

–Algo a lo que no estamos acostumbrados…

–Por el contrario, el continente estaba acostumbrado a la inestabilidad política, a democracias frágiles, a desigualdades económicas. Hoy es un continente de legitimidad democrática, gobiernos estables, crecimiento económico, satisfacción social, es el momento de América latina, no sólo por nosotros sino por el escenario mundial. En el nuevo eje internacional, Asia, el Pacífico y América latina son aliados. Por eso miramos con tanta fuerza la relación con Chile, donde hacemos diplomacia regional. No queremos que el eje sea Buenos Aires-Santiago, sino Salta-Antofagasta, Tucumán-Copiapó, lugar por lugar. Nos sobra historia y pasado, tenemos que construir mejor futuro.

–¿Cómo imagina el camino para reposicionar el FpV en la Ciudad de Buenos Aires, luego de la derrota de Filmus-Tomada?

–Es un desafío difícil, es el lugar donde desde hace muchos años las cosas no se dan. Creo que el camino será trabajando, sé que Daniel y Carlos lo hicieron. Hemos recuperado posiciones, pero no alcanzó para ganar. No tengo muchas recetas, tengo una idea: estar cerca de la gente. Muchos de los aspectos que habían alejado al votante se han resuelto, de hecho la elección nacional mostró eso. La política es así, no siempre se puede ganar. Y siendo un territorio de disputa, a veces se usan los hechos para marcar políticas diferentes que, en lugar de sumar, restan. Sería hermoso que esta ciudad funcionara en sintonía con el Gobierno nacional. Pero respetamos la decisión de la gente. Ya estamos pensando qué vamos a hacer mejor para la otra elección o qué no hicimos bien en ésta.

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