lunes, 23 de enero de 2012

El debate sobre Malvinas se profundiza en Chile

En estos días, Chile ha sido el marco para la profundización del debate sobre Malvinas entre Argentina y Gran Bretaña teniendo como nuevos protagonistas a los países de la región que han apoyado a nuestra posición.
Un debate profundo ha sido el publicado el pasado viernes en el diario La Segunda, de Chile, en donde mi par británico, Jon Benjamin, y quien escribe fijaron los principales puntos de ambas partes.
Los invito a leer ambas posiciones.

COLUMNA EMBAJADOR GINÉS GONZÁLEZ GARCÍA 
LA SEGUNDA
COLONIALISMO BRITÁNICO EN SUELO AMERICANO
Hace 179 años, en enero de 1833, fuerzas británicas ocuparon las Islas Malvinas y desalojaron a la población y a las autoridades argentinas allí establecidas legítimamente, reemplazándolas por súbditos de la potencia ocupante. Argentina, que había heredado las Islas de España bajo el principio del uti possidetis juris , protestó de inmediato ese acto de fuerza ilegítimo que aún se mantiene, sin jamás consentirlo.

Hace casi 5 años, en septiembre de 2007, el ex canciller Juan Gabriel Valdés afirmaba que el respaldo que Chile —en la ONU— entrega anualmente al reclamo argentino de soberanía debía “ser reforzado, promoviéndose una posición común subregional y latinoamericana de apoyo a la Argentina”.

Hoy día, enero de 2012, la posición común por la cual abogaban los patriotas latinoamericanos es una realidad. Ello no sólo obedece a una genuina solidaridad con los legítimos e irrenunciables derechos argentinos de soberanía; la región es hoy consciente de que la contumaz negativa británica a negociar, en tanto avanza en la explotación ilegal de recursos naturales renovables y no renovables, afecta y afectará intereses centrales de nuestras naciones.

En estos días, el Reino Unido —ante el creciente aislamiento internacional de su posición— ha desplegado un notable esfuerzo retórico orientado a deformar tanto la esencia del diferendo de soberanía conocido como «Cuestión Malvinas», como sus ilegales actividades de explotación en espacios marítimos argentinos. Representantes británicos aluden a un supuesto derecho de autodeterminación de la población isleña. Omiten señalar que el principio de autodeterminación no es aplicable a esta cuestión que, como afirmó el actual embajador de Chile ante la ONU, constituye un caso “especial y particular que se diferencia de otras situaciones coloniales debido a la existencia de una disputa de soberanía entre dos Estados”. El principio de autodeterminación no es aplicable a la Cuestión Malvinas, pues ello vulneraría el principio de integridad territorial de los Estados; en este caso, la integridad territorial argentina. Esto se relaciona con el origen de esta cuestión, con el despojo que sufriera la Argentina en 1833, con el inicial desalojo de las autoridades y pobladores argentinos allí establecidos y su reemplazo por súbditos de la potencia ocupante, así como con la persistencia de una política deliberada de mantener una población caracterizada por su “britaneidad”. Al propugnar la aplicación del principio de autodeterminación a este caso, el Reino Unido pretende burlar el proceso de descolonización, impidiendo la solución de la disputa de soberanía.

Otro aspecto del británico ejercicio sofista refiere a la intención de camuflar el afán de multiplicar la depredación de recursos naturales en mares argentinos, creando al efecto un pretendido pabellón, a todas luces ilegal. Y, además, catalogar de “bloqueo” a medidas y decisiones —nacionales y regionales— que apuntan a salvaguardar derechos soberanos (la reciente decisión del Mercosur y Estados asociados no impide el ingreso a puertos de la región de embarcaciones que enarbolan banderas legítimas y abastecen a las Islas: ¿dónde está el “bloqueo”?). La Academia define así el vocablo «sofisma»: “Razón o argumento aparente con que se quiere defender o persuadir lo que es falso”. Es la definición misma del más reciente episodio del británico ejercicio sofista: acusar a la Argentina de “colonialista”, siendo que de los 16 territorios no autónomos que aún quedan en el mundo, 10 están bajo dominio colonial del Reino Unido, en tanto mi país jamás poseyó ni pretendió poseer colonias.

La comunidad internacional ha determinado que el único modo de poner fin a la Cuestión Malvinas es la solución negociada del diferendo entre la Argentina y el Reino Unido, teniendo en cuenta los objetivos y disposiciones de la Carta de la ONU (entre ellos, el principio de integridad territorial), así como los intereses (no los deseos) de la población isleña. Argentina está dispuesta al diálogo. ¿Por qué no lo está el Reino Unido?

Argentina, acompañada por Chile, América Latina y la amplia mayoría de la comunidad mundial, no renunciará jamás a sus derechos de soberanía, al tiempo que mantendrá su actitud constructiva para alcanzar, por vía de la negociación, una solución pacífica y definitiva a esta anacrónica situación de colonialismo británico en suelo americano, que en el siglo XXI no resulta concebible. Algo que el Reino Unido se niega a escuchar y a aceptar.

“Argentina, acompañada por Chile, América Latina y la amplia mayoría de la comunidad mundial, no renunciará jamás a sus derechos de soberanía”.    

COLUMNA EMBAJADOR JON BENJAMIN 
LA SEGUNDA
RESPETO AL PRINCIPIO DE AUTODETERMINACIÓN
Chile y el Reino Unido son países amigos desde los primeros años de la independencia chilena. Yo personalmente llevo dos años acá y he forjado lazos estrechos con esta tierra y su gente. Pero si bien me siento muy cercano a Chile, no voy a ocultar la decepción de mi gobierno ante la medida tomada por Chile, junto a los países que integran el Mercosur y sus asociados, de negar el acceso a sus puertos a barcos con bandera de las Islas Falklands.

Chile tiene una posición distinta a la nuestra acerca de la soberanía del Reino Unido en las Falklands y la respetamos. Pero creemos que, en definitiva, son los isleños, y no Londres ni Buenos Aires, ni otros, los que deben determinar el futuro político de las Islas.

Imponer a los isleños un futuro político sin tener en cuenta sus deseos, pretendiendo que otros puedan velar por “sus intereses” sin preguntarles, equivaldría exactamente al tipo de “colonialismo” que algunos profesan rechazar. ¿Sobre qué base democrática podría alguien dictaminar que los ciudadanos de las Falklands no tienen derecho de autodeterminación?

El Reino Unido moderno rechaza el colonialismo y, con él, todo intento de ignorar el principio de la autodeterminación. Las Falklands no son una “colonia”: son un Territorio de Ultramar moderno y autogobernado, reconocido como tal por la Unión Europea. Sus principios democráticos de gobierno se reflejan en su propia asamblea elegida y en su Constitución, que garantiza la plena libertad de expresión, incluso para abogar por un cambio respecto de la soberanía de las Islas. Y si alguien no me cree, que pregunte a alguno de los 200 chilenos residentes, que representan más del 6% de la población civil.

En las Falklands hay una comunidad que ha vivido en las islas por generaciones durante casi 200 años, y a la cual corresponden los mismos derechos políticos y democráticos que Chile y el Reino Unido han luchado por salvaguardar. Ya nació en las Islas el primer ciudadano de novena generación y este grado de arraigo nos habla de antepasados cuya presencia allí se remonta más atrás de lo que pueden exhibir muchos ciudadanos de países de América del Sur.

Estoy consciente de la importancia que tienen para Chile las relaciones con su vecino, y apoyamos las iniciativas para promover la integración y el comercio entre ambos países.

No tenemos nada contra Argentina. Y mientras no se ponga en duda la soberanía de las Falklands, el Reino Unido está siempre dispuesto a conversar: sobre una administración conjunta de los recursos pesqueros; exploración de hidrocarburos y sobre cómo reforzar los vínculos aéreos y marítimos entre las Islas y Sudamérica. Pudimos discutir esos temas en los noventa, y debiéramos ser capaces de hacerlo ahora.

Lamentablemente, las administraciones recientes de Argentina han tenido un enfoque menos constructivo. Se retiraron de la Comisión de Pesca del Atlántico Sur, lo que podría causar serios daños a esos recursos. Argentina se retiró del acuerdo de 1995 sobre cooperación en materias de exploración petrolera y está obstruyendo la labor de las empresas que operan en aguas de las Islas, contraviniendo con ello los principios del libre comercio internacional.

Argentina dificulta a los barcos pesqueros de las Falklands su trayecto a Uruguay y ha amenazado con cortar el único vínculo aéreo entre las islas y América del Sur, el vuelo semanal de LAN desde Punta Arenas. Esta política argentina equivale a un bloqueo económico incipiente: busca intimidar a la población de las Falklands, cuya posición el gobierno británico respalda y siempre resguardará, alejando con ello aún más la probabilidad de que los isleños sientan respeto por la posición argentina.

Espero que los recientes hechos no pongan en riesgo la cooperación regional con las Islas. Participar de una política argentina contra la economía de las Falklands sería indigno de cualquier país respetuoso del derecho internacional y de los principios del libre comercio.

Las Falklands y Chile han disfrutado de una relación beneficiosa desde fines de 1800, y los vínculos humanos, en particular con Magallanes, han enriquecido a ambos pueblos. El gobierno británico seguirá haciendo todo lo posible por mantener su excelente relación con Chile y fomentar los vínculos que han contribuido a la prosperidad de ambos pueblos, pues creo que ése es el rol de un país amigo.

“Participar de una política argentina contra la economía de las Falklands sería indigno de cualquier país respetuoso del derecho internacional”.



Para ver el debate en la publicación digital: 
http://www.la2da.cl/Pages/NewsDetail.aspx?dt=2012-01-20&PaginaId=46&bodyid=0

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